La mañana ha salido algo fresca, 17º, con una ligera llovizna. Después de un excelente desayuno, nos vamos hasta la Porte St. Vincent para comenzar la visita de la ciudad intramuros.
Saint-Malo debe su nombre al monje galés Mac Low, que hacia el sigloVI se convirtió en obispo de Alet, antigua cuna de la ciudad actual.
Debe su fama al espíritu independentista de sus habitantes que nunca dejaron de proclamar su lema:
"ante todo maulino, quizás bretón y francés si no queda más remedio".
Saint-Malo era el mayor puerto de Francia, con gran prosperidad debida a su comercio maritimo asentado en la pesca de bacalao en Terranova. Pero en otros tiempos, a finales del reinado de Luis XIV, los maulinos se dedicaron a ser corsarios. Surcouf fue el corsario más famoso.

Sébastien Vauban y el arqueitecto Siméon Garangeau finalizaron las fortificaciones de la ciudad y los fuertes sobre las rocas que bordean la bahía, Fuerte Royal, la Petit Bé, la isla Herbois, la Conchée, Cézembre, la isla Harbour, escollos que hacen la ciudad inexpugnable.

Fort á la Reine, Passage de la Poudriére, Tour Bidouane, Port des ChampsVauverts, Porte des Bés, Tour Notre Dame, Porte St. Pierre, Bastion de la Hollande, Poterne dÉstrées, Bastion de St.Louis, Maison de Corsaire, vamos cerrando el círculo y desde la parte superior de la Grand Porte bajamos a la Grand´Rue y perdernos por las animadas calles y plazas.

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